Para los adultos es fácil creer que la infancia es una época llena de felicidad, pues es así como la recordamos ahora que nuestra vida se ha llenado de situaciones y problemas. Podemos recordar cuando jugábamos con los vecinos o si nos llevaban al parque y esas memorias de momentos felices son las que prevalecen en la edad adulta.
Sin embargo, los niños tienen preocupaciones y sufrimientos reales que no los dejan ser felices. A veces, los padres creemos que son tonterías, pero la realidad es que ellos pueden estar sufriendo y no saben cómo manejar sus problemas.
De acuerdo con James Baraz y Michele Lilyanna, autores del libro Awakening Joy for Kids (Despertando la Alegría en los Niños) la alegría se puede cultivar y los padres podemos enseñar a los niños a hacerlo. Debemos primero aprender a ser felices nosotros mismos y conocer qué practicas les producen felicidad verdadera a los niños y no solo momentos placenteros. Hay muchas formas de cambiar nuestra mentalidad y convertirnos en personas más felices al mismo tiempo que enseñamos a los niños. Estas son solo tres prácticas que nos traerán felicidad duradera:
Practicar la Gratitud
Se ha encontrado que la gratitud aumenta la felicidad no solo a los niños sino también a los adultos. Prestar atención a lo que uno está agradecido puede cambiar nuestros pensamientos negativos y ayudarnos a apreciar lo bueno que nos ofrece la vida en este momento. Para profundizar el efecto, es importante permitirnos experimentar la gratitud en el preciso momento y tomarnos el tiempo para apreciarlo. Incluso unos pocos segundos para registrar los sentimientos positivos de gratitud, cuando surgen, ayudan a fortalecer el impacto.
Podemos aprender a practicar la gratitud escribiendo una carta a alguien para agradecerle por habernos ayudado, escribir 3 cosas por las cuales estamos agradecidos, al final del día, o simplemente expresar gratitud a las personas que hacen algo por nosotros en el día a día. También podemos enseñarles gratitud a los niños a la hora de la comida, si cada miembro de la familia les cuenta a los demás alguna cosa por la cual está agradecido, puede ser por un amigo que lo ayudó, por tener un techo para vivir o por su linda familia. Solo compartir de esta manera ayuda a los padres y a los hijos a tener una mejor idea de lo que está sucediendo en la vida de los demás y es una forma simple de forjar vínculos familiares más profundos.
Ayudar a los hijos en momentos difíciles
Una realidad es que la vida siempre nos trae contratiempos y es importante saber afrontarlos con fortaleza y compasión. La práctica de enfrentar lo difícil es una parte vital de despertar la alegría, pues cuanto más comprendamos el sufrimiento y estemos dispuestos a aceptarlo, mayor será la posibilidad de desarrollar una mente que no le tenga miedo a las cosas difíciles, cuando estas se presenten. Para manejar un momento difícil los autores nos recomiendan reconocer lo que estamos sintiendo, puede ser tristeza, rabia o miedo; aceptar estos sentimientos negativos; investigar cómo nos sentimos y no tomarlo personalmente, es decir, reconocer que la experiencia no es un reflejo de lo que somos, sino solo una vivencia con sus emociones.
Los padres pueden ayudar a sus hijos a manejar sus dificultades ayudándolos a reconocer y nombrar sus emociones de manera que estas no se queden guardadas haciéndoles daño. También podemos ayudarles a cambiar pensamientos negativos como “No le gusto a nadie” haciéndoles escribir el antídoto para este pensamiento, algo así como “Solo porque no le gusto a Juanito, no quiere decir que no le gusto a nadie. Debo ser amable con otros porque eso me ayudará a ser mejor amigo.” Cuando el niño vuelva a tener esos pensamientos negativos podemos recordarle lo positivo que escribió y así poco a poco cambiará su forma de pensar hacia pensamientos más positivos.
Fomentar la compasión en los niños
Entender y ayudar a otros que están en problemas, nos ayuda fortalecer nuestras relaciones, lo cual es fundamental para ser felices. Las relaciones son una parte fundamental de la felicidad. Podemos enseñar compasión a los niños haciéndolos pensar en alguna persona o animal que ellos sepan que tiene algún problema, para que piensen que podrían hacer por ellos. Podemos motivarlos a hacer algo por ellos como escribir una tarjeta o hacer un dibujo a un familiar enfermo, abrazar a su mascota si la ven triste o llamar a saludar a su amigo de colegio que se lastimó jugando. Alentar a los niños a darse cuenta de los problemas o sufrimientos de otros y cómo ellos pueden ayudar un poquito a que se sientan mejor los hará ser más conscientes del mundo que los rodea, y el hecho de poder ayudar, los hará sentir muy bien.
Cuando aprendemos nosotros mismos y enseñamos a nuestros niños a hacer algo bueno por los demás y a apreciar los buenos momentos de la vida, estamos fortaleciendo nuestra habilidad de ser más empáticos con otros, sentirnos más conectados, construir resiliencia e inspirarnos para hacer de este un mundo mejor. Esto representa la felicidad para todos.
Recuperado el 5 de Febrero de 2017 de:
https://greatergood.berkeley.edu/article/item/how_to_awaken_joy_in_kids
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